Azúcar – dulce, satisfactorio y en todas partes. Desde fruta fresca y miel hasta azúcar y bebidas procesadas de mesa, se cuelga en casi todo lo que comemos.
Si bien es delicioso, el azúcar ofrece lo que los nutricionistas llaman 'calorías vacías' (energía sin ningún nutriente esencial, y con un consumo excesivo vinculado a la obesidad, la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas y los problemas dentales, no es de extrañar que las autoridades de salud nos insten a reducir.
La American Coronary heart Affiliation recomienda no más de seis cucharaditas (25 g) de azúcar por día para mujeres y nueve cucharaditas (38 g) de azúcar por día para hombres.
Para reducir el azúcar, las personas a menudo recurren a alternativas de azúcar que ofrecen la misma dulzura sin las calorías, incluidos el aspartamo, la sucralosa, la stevia y el extracto de fruta de los monjes. Estas alternativas se encuentran en muchas bebidas de dieta, refrigerios sin azúcar y alimentos bajos en calorías para dar a los productos el sabor azucarado acquainted como su versión unique.
Pero si bien pueden ser bajos en calorías o sin calorías, el consumo de grandes porciones de alternativas de azúcar, especialmente el aspartamo, podría llevar graves riesgos para la salud.
Los estudios han demostrado que el aspartamo puede estar vinculado a cambios de comportamiento, incluido el management de impulso disminuido, la falta de paciencia, la disminución de la función neuromuscular y el deterioro cognitivo.
Sin embargo, los expertos advierten que la ciencia en el aspartamo ha sido mixta y se necesita más investigación.
Para reducir el azúcar, las personas a menudo recurren a alternativas de azúcar que ofrecen la misma dulzura sin las calorías vacías
El aspartamo es un edulcorante synthetic que se descubrió en 1965 y es 200 veces más dulce que el azúcar. Fue regulado por primera vez por la FDA en 1974 y aprobado para su uso en alimentos secos en 1981. Hoy, se estima que se encuentra en más de 6,000 productos de alimentos y bebidas y 600 artículos farmacéuticos.
El aspartamo se adoptó inicialmente como una herramienta para ayudar a reducir la obesidad y apoyar a los diabéticos, ofreciendo una solución dulce sin el pico de azúcar. Pero a pesar de las décadas de uso, su seguridad sigue siendo objeto de un intenso debate científico y público.
Beneficios potenciales
El aspartamo tiene un sabor comparable al azúcar, aunque mucho más intenso, pero no tiene casi calorías, lo que lo hace atractivo para aquellos que son conscientes del peso. Con las tasas de obesidad al alza a nivel mundial, incluso los ahorros de calóricos pequeños pueden importar.
El aspartamo no eleva los niveles de glucosa en sangre, lo que lo convierte en una opción preferida para aquellos que manejan la diabetes tipo 2. Sin embargo, otras investigaciones han encontrado posibles asociaciones con el síndrome metabólico y el riesgo de diabetes, lo que sugiere que el aspartamo debe usarse como parte de una dieta controlada en lugar de un intercambio recto para el azúcar.
Si bien las evaluaciones sugieren que el aspartamo es seguro dentro de las pautas de admisión actuales, persisten las preocupaciones.
Riesgos potenciales
Algunas personas pueden experimentar efectos secundarios de la alternativa de azúcar como dolores de cabeza, mareos o cambios de humor. Hay evidencia emergente que vincula el aspartamo con la neurodegeneración, los accidentes cerebrovasculares e incluso la demencia.
El aspartamo puede aumentar los niveles de fenilalanina, un aminoácido en el cuerpo, y ácido aspártico en el cerebro, lo cual es una grave preocupación para las personas con fenilcetonuria (PKU), un trastorno heredado raro donde el cuerpo no puede descomponer la fenilalanina.
Esto hace que se acumule en la sangre y el cerebro, lo que potencialmente conduce al daño cerebral. Las personas con PKU deben evitar el aspartamo por completo.
Un estudio informó síntomas después de consumir aspartamo que incluye irritabilidad, migrañas, ansiedad e insomnio, especialmente con consumo excesivo.
En 2023, la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC) clasificó el aspartamo) como “posiblemente cancerígeno”, aunque permanece aprobado para el consumo dentro de los límites de seguridad existentes. Algunos estudios sugieren un vínculo con el cáncer, pero las conclusiones siguen siendo mixtas.
La FDA ha establecido una ingesta diaria aceptable (ADI) de aspartamo como 50 miligramos de 1 kilogramo de peso corporal. Una persona que pesa 130 libras tendría que consumir alrededor de 75 paquetes de aspartamo por día para alcanzar el límite superior del ADI.
También se recomienda que las mujeres embarazadas eviten el aspartamo, ya que la investigación sugiere que puede afectar la estructura y la función de la placenta.
Los edulcorantes artificiales, a pesar de estar sin calorías, pueden engañar al cerebro para que anhelen más dulzura. Esto podría conducir a un aumento del apetito y el aumento de peso en lugar de la pérdida de peso. De hecho, varios estudios han encontrado una correlación positiva entre el uso de edulcorantes artificiales y la obesidad.
Asuntos de salud intestinal
La evidencia emergente sugiere que el aspartamo y otros edulcorantes pueden interrumpir el microbioma intestinal: la recolección de bacterias sanas en el cuerpo que juegan un papel clave en la digestión, la inmunidad e incluso el estado de ánimo.
Esta interrupción puede afectar negativamente la salud digestiva y la función inmune, aumentando potencialmente el riesgo de infecciones y otros problemas de salud.
Y los expertos están haciendo cada vez más una conexión entre el microbioma intestinal y el cáncer de colon, diciendo que un microbioma desequilibrado puede aumentar el riesgo de la enfermedad.
El aspartamo puede ofrecer una solución tentadora sin azúcar, pero no está exenta de riesgos. La Organización Mundial de la Salud asesora contra el uso de edulcorantes no azucarados para el management de peso e investigación continúa revelando vínculos complejos entre el aspartamo y las enfermedades crónicas, desde problemas neurológicos hasta problemas de salud intestinal.
Este artículo está adaptado de la conversación, una organización de noticias sin fines de lucro dedicada a compartir el conocimiento de los expertos. Fue escrito por Hazel Flight, el programa del programa de salud y nutrición en la Universidad de Edge Hill.