La composición atmosférica de Júpiter ha sido cuestionada a través de observaciones realizadas utilizando una técnica antigua por un astrónomo aficionado, Steve Hill. Los hallazgos han indicado que las icónicas nubes arremolinadas del planeta pueden no estar compuestas de hielo de amoníaco, como se suponía anteriormente. Esta revelación surge de datos recopilados con telescopios comerciales y filtros espectrales, que presentan nuevas perspectivas sobre la dinámica y la química atmosférica del gigante gaseoso. Las observaciones han provocado una mayor investigación sobre la estructura de las capas de nubes de Júpiter.
Hallazgos de estudios observacionales
De acuerdo a Para una investigación publicada en Earth and House Science, Hill aplicó un método conocido como análisis de profundidad de banda. Esta técnica mide la absorción de luz en longitudes de onda específicas para mapear la abundancia de gases como amoníaco y metano en la atmósfera de Júpiter. Como informó area.com, los datos revelaron que las capas de nubes reflectantes se encuentran a niveles de presión de 2 a 3 bar, mucho más profundo que donde se esperaba que el hielo de amoníaco se condensara a 0,7 bar.
Patrick Irwin, físico planetario de la Universidad de Oxford, revisó los resultados de Hill y confirmó su precisión mediante comparaciones con datos de instrumentos como la nave espacial Juno de la NASA y el Very Giant Telescope (VLT) de ESO. Señaló an area.com que el reflejo principal parece provenir de nubes de hidrosulfuro de amonio o productos fotoquímicos, en lugar de hielo de amoníaco puro.
Implicaciones e investigaciones futuras
Los informes indican que estos hallazgos subrayan el papel de la fotoquímica en la configuración de la atmósfera de Júpiter, donde el amoníaco a menudo se destruye más rápido de lo que puede ascender a las capas superiores. Se han observado procesos similares en Saturno, donde las capas de nubes también son más profundas de lo previsto. Los investigadores pretenden perfeccionar los modelos integrando datos adicionales del VLT, Juno y otros observatorios para comprender mejor la distribución vertical del amoníaco.
El enfoque de Hill demuestra el potencial de los esfuerzos de colaboración entre astrónomos aficionados y profesionales. Estos hallazgos no sólo desafían los modelos existentes sino que también abren nuevas vías para estudiar la dinámica atmosférica en los gigantes gaseosos.
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